Devocional semanal 2-13-23 ¡De ninguna otra manera!

Devocional semanal 2-13-23 ¡De ninguna otra manera!

Según una encuesta nacional realizada por el Centro de Investigación Cultural de la Universidad Cristiana de Arizona el año pasado, al menos un tercio de los pastores principales en los Estados Unidos creen que uno puede ganarse un lugar en el cielo simplemente siendo una buena persona. Encontraron que entre los encuestados hay más de tres docenas de creencias y puntos de vista diferentes.

A pesar de que tal pensamiento se está volviendo cada vez más frecuente hoy en día, de ninguna manera es un pensamiento nuevo. En el primer siglo de la iglesia, la apostasía existía. Leemos de la carta del apóstol Juan a las iglesias de ese siglo; 18 Hijitos, ya es el último tiempo; y según vosotros oísteis que el anticristo viene, así ahora han surgido muchos anticristos; por esto conocemos que es el último tiempo. 19 Salieron de nosotros, pero no eran de nosotros; porque si hubiesen sido de nosotros, habrían permanecido con nosotros; pero salieron para que se manifestase que no todos son de nosotros.  (1st Juan 2:18-19).  Han pasado muchos siglos desde que Juan escribió esas palabras, pero esto evidencia que siempre ha habido personas en la iglesia, incluso pastores, que se han desviado de la verdad de las Escrituras, se han vuelto apóstatas. Una de esas apostasías es que el hombre será aceptado por Dios y aceptado en el cielo es por la conducta de su vida, es decir, por las buenas obras que supuestamente ha hecho. En refutación de tal creencia, considere este extracto de la carta del apóstol Pablo a los Efesios  “Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; no por obras, para que nadie se gloríe. 10 Porque somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que anduviésemos en ellas.” (Efesios 2:8-10 ). 

Pablo escribió que uno es hecho espiritualmente vivo por la gracia de Dios debido a Su amor por el hombre. Su amor por el hombre era/no es frívolo Él derramó la sangre de Su Hijo unigénito (Jesucristo) para que el hombre pudiera vivir eternamente en Su presencia. Aquellos que sostienen y/o proclaman que el hombre puede ganarse un lugar en el cielo por sus obras están descontando grandemente el sacrificio de Jesús. Sobre esto, el escritor de Hebreos se inspiró para escribir: “12  y no por sangre de machos cabríos ni de becerros, sino por su propia sangre, entró una vez para siempre en el Lugar Santísimo, habiendo obtenido eterna redención.  …..22 Y casi todo es purificado, según la ley, con sangre; y sin derramamiento de sangre no se hace remisión.(Hebreos 9:12; 22). 

El escritor escribe explícitamente que sin el derramamiento de sangre no hay remisión (no hay reversión de la pena) de los pecados. No el derramamiento de cualquier sangre, sino la sangre de Jesucristo, Dios el Hijo. Aquellos que ofrecen que el cielo puede ser ganado por las obras de uno deben considerar Apocalipsis 13: 8 donde se declara que el Cordero de Dios (el Hijo de Dios – Jesús) había sido inmolado desde la fundación del mundo.  Antes de crear, Dios planificado de que debido a que Adán (la cabeza federal del hombre) pecaría, Él hizo provisión por la cual el pecado del hombre podría ser expiado. Esta verdad es apoyada por el texto completo de Hebreos, capítulo 9:

1Ahora bien, aun el primer pacto tenía ordenanzas de culto y un santuario terrenal. Porque el tabernáculo estaba dispuesto así: en la primera parte, llamada el Lugar Santo, estaban el candelabro, la mesa y los panes de la proposición. Tras el segundo velo estaba la parte del tabernáculo llamada el Lugar Santísimo, el cual tenía un incensario de oro y el arca del pacto cubierta de oro por todas partes, en la que estaba una urna de oro que contenía el maná, la vara de Aarón que reverdeció, y las tablas del pacto; y sobre ella los querubines de gloria que cubrían el propiciatorio; de las cuales cosas no se puede ahora hablar en detalle.

Y así dispuestas estas cosas, en la primera parte del tabernáculo entran los sacerdotes continuamente para cumplir los oficios del culto; pero en la segunda parte, sólo el sumo sacerdote una vez al año, no sin sangre, la cual ofrece por sí mismo y por los pecados de ignorancia del pueblo; dando el Espíritu Santo a entender con esto que aún no se había manifestado el camino al Lugar Santísimo, entre tanto que la primera parte del tabernáculo estuviese en pie. Lo cual es símbolo para el tiempo presente, según el cual se presentan ofrendas y sacrificios que no pueden hacer perfecto, en cuanto a la conciencia, al que practica ese culto, 10 ya que consiste solo de comidas y bebidas, de diversas abluciones, y ordenanzas acerca de la carne, impuestas hasta el tiempo de reformar las cosas.

11 Pero estando ya presente Cristo, sumo sacerdote de los bienes venideros, por el más amplio y más perfecto tabernáculo, no hecho de manos, es decir, no de esta creación, 12 y no por sangre de machos cabríos ni de becerros, sino por su propia sangre, entró una vez para siempre en el Lugar Santísimo, habiendo obtenido eterna redención. 13 Porque si la sangre de los toros y de los machos cabríos, y las cenizas de la becerra rociadas a los inmundos, santifican para la purificación de la carne, 14 ¿cuánto más la sangre de Cristo, el cual mediante el Espíritu eterno se ofreció a sí mismo sin mancha a Dios, limpiará vuestras conciencias de obras muertas para que sirváis al Dios vivo?

15 Así que, por eso es mediador de un nuevo pacto,[a] para que interviniendo muerte para la remisión de las transgresiones que había bajo el primer pacto, los llamados reciban la promesa de la herencia eterna. 16 Porque donde hay testamento,[b] es necesario que intervenga muerte del testador. 17 Porque el testamento con la muerte se confirma; pues no es válido entre tanto que el testador vive. 18 De donde ni aun el primer pacto fue instituido sin sangre. 19 Porque habiendo anunciado Moisés todos los mandamientos de la ley a todo el pueblo, tomó la sangre de los becerros y de los machos cabríos, con agua, lana escarlata e hisopo, y roció el mismo libro y también a todo el pueblo, 20 diciendo: Esta es la sangre del pacto que Dios os ha mandado. 21 Y además de esto, roció también con la sangre el tabernáculo y todos los vasos del ministerio. 22 Y casi todo es purificado, según la ley, con sangre; y sin derramamiento de sangre no se hace remisión. 23 Fue, pues, necesario que las figuras de las cosas celestiales fuesen purificadas así; pero las cosas celestiales mismas, con mejores sacrificios que estos. 24 Porque no entró Cristo en el santuario hecho de mano, figura del verdadero, sino en el cielo mismo para presentarse ahora por nosotros ante Dios; 25 y no para ofrecerse muchas veces, como entra el sumo sacerdote en el Lugar Santísimo cada año con sangre ajena. 26 De otra manera le hubiera sido necesario padecer muchas veces desde el principio del mundo; pero ahora, en la consumación de los siglos, se presentó una vez para siempre por el sacrificio de sí mismo para quitar de en medio el pecado. 27 Y de la manera que está establecido para los hombres que mueran una sola vez, y después de esto el juicio, 28 así también Cristo fue ofrecido una sola vez para llevar los pecados de muchos; y aparecerá por segunda vez, sin relación con el pecado, para salvar a los que le esperan.

Un cierre apropiado para este devocional es: 26 Porque si pecáremos voluntariamente después de haber recibido el conocimiento de la verdad, ya no queda más sacrificio por los pecados, 27 sino una horrenda expectación de juicio, y de hervor de fuego que ha de devorar a los adversarios. 28 El que viola la ley de Moisés, por el testimonio de dos o de tres testigos muere irremisiblemente. 29 ¿Cuánto mayor castigo pensáis que merecerá el que pisoteare al Hijo de Dios, y tuviere por inmunda la sangre del pacto en la cual fue santificado, e hiciere afrenta al Espíritu de gracia?”  (Hebreos 10:26-29).

steve

stevelampman.com

El poder transformador, la obra de Dios en favor del hombre

 

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